JAROMIR RYBÁK

Antes había asistido a la escuela de enseñanza media de vidrio en Železný Brod, es decir, todo un clásico del recorrido de formación de vidrio en la República Checa. También lo es que Rybàk escogiera el vidrio fundido en moldes como técnica para realizar sus esculturas, pero hasta aquí las coincidencias con otros artistas checos de su generación -salvo con Gizela Šabóková con la que mantiene muchos paralelismos-, ya que Rybàk ha cultivado un lenguaje expresivo muy personal y alejado de la estética del resto, más condescendiente con la expectativa que un público general tiene sobre el vidrio.

La suya es una escultura fuertemente expresiva, dura en muchos aspectos, no solo por la frecuente temática de monstruos que habitan los terrores nocturnos, orgánicos y abisales, sino también por los acabados terrosos, los elementos punzantes y agresivos, los trazos que atraviesan sus obras como tachaduras o cancelaciones en un gesto de negación o disconformidad. Es un mundo complejo, contradictorio y exaltado.

La obra del MAVA, Nube roja, pertenece a otra serie. Es la que tenía como elementos de inspiración asuntos de cielo y tierra, en la que estuvo ocupado entre finales de los años 80 y principios de los 90, la misma que forma parte de la colección del Corning Museum of Glass de NY.

Tras su clausura, Nube roja paso a formar parte de la colección privada de Takako Sano, aquella que en 1997 donara en su mayor parte a la ciudad de Alcorcón para fundar el MAVA.

Jaromìr Rybàk suele acompañar sus exposiciones de esculturas con dibujos y pinturas cuya temática y expresividad giran en torno al mismo biocosmos perturbador.

Como muchos otros artistas, Rybàk tiene una vertiente pedagógica. Ha dado cursos en el Sheridam College de Toronto, varios años seguidos en el Musée du Verre, Sars Potteries, en el Espase du verre de Montreal, en la Universidad de Aichi en Japón, en la Universidad de Canberra y en el Studio del Corning Museum of Glass. También en España, en el Centre del Vidre de Barcelona (1995 y 1998).