La exposición reúne una serie de piezas en vidrio que exploran la complejidad de la piel como registro de la historia personal y colectiva.
A través del vidrio, la artista ha creado un conjunto de obras que reflejan su fragilidad y resistencia, así como la capacidad para registrar y expresar el dolor, la curación y el paso del tiempo.
Invita a reflexionar sobre la relación entre la piel y el entorno, y cómo las experiencias y emociones pueden dejar marcas indelebles en nuestro cuerpo y en nuestra memoria.
La muestra presenta una variedad de texturas y colores que evocan la diversidad, en contraste con la homogeneidad y perfección que se busca en la sociedad actual.