En los años 80 lo encontramos vinculado a Torres Esteban, con el que emprende algunos proyectos e incluso viajan juntos a Nueva York para exponer. Ambos trabajan la técnica del vidrio laminado cortado, pulido y pegado. Posteriormente, Pedro García experimenta con otras técnicas ya en caliente, como el termoformado, las inclusiones de materiales orgánicos e inorgánicos entre las láminas que se funden dentro del horno, las texturas, las caídas libres del vidrio por efecto del calor, los caprichosos pliegues y repliegues, como lava de un volcán. El vidrio así tratado termina fundiéndose con los materiales que lo acompañan hasta constituir una unidad. El resultado son grandes volúmenes de vidrio que se trabajan posteriormente en frío mediante cortes y pulidos.